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"Ventanilla única": las entradas de dólares se cierran y el Gobierno se vuelve cada vez más "adicto" a la soja

"Ventanilla única": las entradas de dólares se cierran y el Gobierno se vuelve cada vez más "adicto" a la soja
07/03/2013 - 10:10hs
"Ventanilla única": las entradas de dólares se cierran y el Gobierno se vuelve cada vez más "adicto" a la soja

Durante buena parte de la era K, las sucesivas administraciones de Néstor y Cristina Kirchner contaron con una ventaja adicional de la que no gozaron otros gobiernos anteriores: la "abundancia" de dólares.

En efecto: en épocas pasadas, frente a las restricciones externas -entiéndase más divisas que se iban que las que entraban a la economía- automáticamente se ingresaba en una fase de crisis. Sin embargo, tras la salida de la convertibilidad y durante algunos años la disponibilidad de billetes verdes no fue una preocupación.

Por el contrario, éstos parecían "brotar" de distintos frentes, dado que el kirchnerismo contaba con numerosas "ventanillas" a través de las cuales la plaza doméstica siempre parecía estar bien provista.

Así las cosas, de la mano de un tipo de cambio competitivo -uno de los principales pilares de los llamados superávit gemelos- el turismo era una buena entrada de dólares, dado que durante mucho tiempo fue más lo que los extranjeros gastaban en el país que lo que los argentinos se llevaban al exterior.

Paralelamente, los pozos de petróleo y gas siguieron trabajando a todo vapor. Y si bien se estaba entrando en una peligrosa fase marcada por un bajo nivel de exploraciones o nuevos proyectos de perforación, el Ejecutivo le sacó rédito al autoabastecimiento energético.

Además, durante el primer período de la era K, la Argentina comenzó a crecer a tasas chinas y el mercado interno se volvió una plaza sumamente atractiva para muchas empresas del exterior, que pusieron sus fichas en el país, apostando con inversiones al boom de consumo que recién estaba gestándose.

Para coronar uno de los mejores ciclos de crecimiento de la historia, las commodities terminaron "explotando", de la mano de un continente asiático cada vez más demandante, fenómeno que no sólo impulsó los precios de la soja, sino que esto también repercutió en los valores de cereales, minerales, frutas y carnes.

El primer lapso de la era K sin dudas fue un tiempo de bonanza en materia de dólares y una de las mejores muestras es que hasta 2008 el superávit comercial nunca había tenido que ser apuntalado con políticas proteccionistas, sino que era el resultado de un tipo de cambio competitivo que, paralelamente, también alentaba a las empresas a invertir, al tiempo que favorecía que el turismo fuese un sector generador de divisas. 

Sin embargo, conforme se disparó el problema inflacionario y el atraso del tipo de cambio empezó a meter la cola, el Gobierno debió echar mano a las restricciones, primero comerciales y, por último, cambiarias.

Y algunas de esas "ventanillas" que se habían erigido en importantes bocas de entrada para los dólares que necesitaba la economía (turismo, energía e inversiones), poco a poco comenzaron o bien a cerrarse o, en el peor de los casos, a jugar totalmente en contra: es decir a "aspirar" billetes verdes.

"En la actualidad, el superávit comercial, principalmente de la mano de la soja, es la única fuente genuina de divisas que le quedó en pie al Gobierno, la cual se la reservó exclusivamente para el BCRA, que pasó a ser el único comprador", explicó a iProfesional.com Gabriel Caamaño Gómez, economista del Estudio Ledesma.

Como contrapartida, señaló Ramiro Castiñeira, analista de la consultora Econométrica, "por menores inversiones o como consecuencia del creciente atraso cambiario, aquellos sectores que durante años fueron grandes generadores de divisas para el país, pasaron a jugar un papel totalmente contrario y hoy son deficitarios, con lo cual le terminan restando dólares a la economía".

Como consecuencia de este escenario, para Eric Ritondale, economista del Estudio Orlando Ferreres, "el Gobierno se volvió cada vez más dependiente de la soja, que a su vez se ha convertido en uno de los principales sostenes del superávit comercial. Este fenómeno viene desde 2007, pero sin dudas se fue agravando en este último tiempo y va a mantener esta tendencia a futuro".

Esto explica por qué el Ejecutivo comenzó a presionar al sector rural, ya sea intentando que declaren el stock de granos, o difundiendo el rumor de que se instaurará una nueva ley para ponerle límites a los pooles de siembra, que son los que tienen más espaldas para aguantar y no vender la cosecha.

En diálogo con iProfesional.com, Ernesto Ambrosetti, economista jefe de Sociedad Rural Argentina, aseguró que "no hay dudas de que el Gobierno se hizo cada vez más adicto a la soja. Por eso, pese a que discursivamente ataca a este producto, en realidad el modelo apunta a que se cultive más esta oleaginosa, porque es lo que le resulta más rentable".

Ezeiza: epicentro del dólar barato

Durante el primer lapso de la era kirchnerista, cuando el tipo de cambio competitivo estaba vigente, la afluencia de argentinos al exterior estaba muy contenida, en tanto que la economía doméstica se beneficiaba con un importante ingreso de turistas extranjeros.

Así las cosas, el turismo se transformó en una ventanilla interesante a la hora de generar dólares.

Sin embargo, según Castiñeira, conforme avanzó el fenómeno de atraso cambiario, "se terminó repitiendo el ´deme dos´ de la década del ´70 o la postal de la familia entera viajando a Disney como en los ´90". 

Esto derivó en una indudable "fiebre" de argentinos saliendo al exterior: según el INDEC, en 2012 cruzaron la frontera vía Ezeiza o Aeroparque unos 2,4 millones de personas, un 120% más que en 2005, antes de que comenzara a impactar de lleno el fenómeno inflacionario.

Como contrapartida, el año pasado arribaron al país 2,5 millones de personas, un 5% menos que en 2011 y apenas 40% más que en 2005, es decir, una tasa tres veces más baja que la de argentinos paseando fuera del país.

Fue en este contexto en el que, por primera vez desde la salida de la convertibilidad y pese a la implementación del cepo cambiario, el turismo dejó un déficit del orden de los u$s90 millones en 2012, como resultado de argentinos gastando más en sus viajes que los propios extranjeros que vienen de visita. 

"En el primer lustro, un tipo de cambio depreciado favoreció la entrada de turistas. Sin embargo, distinta ha sido la situación en los últimos cinco años, período en el que la inflación en dólares ha erosionado la competitividad de los bienes y servicios argentinos", explica al respecto un informe del IERAL.

En tanto, desde Ecolatina precisaron que "el turismo local vino perdiendo dinamismo en el último año debido en parte a que los destinos nacionales fueron reemplazados por viajes al exterior, producto de un tipo de cambio más ´barato".

Para los expertos, los u$s90 millones de déficit no son tan graves como el hecho de haber perdido una "ventanilla" que hasta 2011 había sido superavitaria.

En este contexto, ¿qué impacto puede tener un saldo negativo? Bajo la visión de Ritondale, si bien el ítem "turismo" no es determinante como sí lo es la balanza comercial, tiene un papel no menor dado que si los argentinos gastan más que los extranjeros, "esto podrá llegar a determinar si el Banco Central acumula o no reservas en 2013".

Energía: el dolor (económico) del fin del autoabastecimiento

Es la "ventanilla" más importante que se ha cerrado para el Gobierno. No es para menos: desde 1987 y hasta 2011, la Argentina contó con superávit del sector energético, es decir, casi 25 años ininterrumpidos de números positivos. 

Sin embargo, en el último período hubo un claro punto de inflexión: el enfriamiento de las inversiones, el estancamiento de las exportaciones y el meteórico incremento de las importaciones (tanto de gasoil como de gas boliviano) llevaron a que cayeran las reservas y se perdiera el preciado título de "autoabastecimiento".

Y este fenómeno, lejos de aplacarse, se está acelerando: de acuerdo con las proyecciones de Econométrica, con un crecimiento económico estimado del orden del 3% para 2013, el Gobierno necesitará importar más energía, lo que llevaría el déficit del sector a unos u$s6.000 millones, un 100% más que en 2012.

Así las cosas, para Castiñeira, "la mejora en el PBI agotará los nuevos dólares que ingresan al país, poniendo a la economía nuevamente frente a la restricción externa en 2013".

Todo indica que será muy difícil revertir el rojo sectorial: de hecho, en enero último el superávit comercial se desplomó casi 50% debido a una disparada del 74% en el ritmo de importaciones de combustibles y energía.

Las "otras" ventanillas

El Gobierno cuenta con otras "ventanillas" que, si bien siguen favoreciendo el ingreso de dólares, ya no se muestran tan dinámicas como en el pasado, contribuyendo así a un escenario de escasez de divisas.

Este es el caso de la inversión extranjera directa (IED) que en 2013 podría caer a la mitad del año pasado, a causa del menor dinamismo de la economía, del cepo cambiario y de la prohibición de girar utilidades al exterior, entre otras cuestiones, según estimaciones publicadas días atrás por el Institute of International Finance (IIF).

Cabe destacar que los u$s3.900 millones de IED en 2012 sólo se pudieron lograr de la mano de la presión oficial para que las empresas radicadas en el país reinviertan sus utilidades.

Sin embargo, para este 2013, el organismo prevé que la cifra caiga hasta los u$s1.775 millones, un nivel que, en caso de concretarse, sería un "espejismo" frente a los más de u$s7.000 millones que desembolsaron las multinacionales en 2010, es decir, previo al cepo cambiario.

En este sentido, preocupa el desenlace del caso Vale, la gigante brasileña que amenaza con poner punto final un proyecto global que ascendería a los u$s6.000 millones.

Por otra parte, también genera inquietud en los despachos oficiales la "aspiradora" de dólares en la que se ha convertido el polo electrónico de Tierra del Fuego que en 2012 contribuyó a generar un déficit comercial provincial del orden de los u$s4.500 millones, más del doble que el registrado en 2010, debido a la importación de componentes para el ensamble de computadoras, televisores y celulares.

Todo esto explica las razones por las cuales desde la Sociedad Rural señalan que el Ejecutivo desarrolló una suerte de "adicción" hacia la soja y por qué, conforme avance la necesidad de contar con dólares, se puede prever una mayor presión oficial para que el sector rural liquide la cosecha o las nuevas trabas que se avecinan en el sector turismo.  

En este escenario, para Caamaño Gómez, la conclusión es que la suerte del modelo pasó a depender más que nunca de factores exógenos -como el futuro del real brasileño y los precios de las commodities- y de un "condimento" endógeno pero que el Gobierno no puede manejar: el clima y su impacto en la campaña agrícola.

Para el experto, "el resto de las variables domésticas tienen un efecto negativo, como el hecho de que falten inversiones y se mantenga el incentivo a la fuga de capitales. El esquema está agotado".

"La soja y Brasil evitan que la economía explote. Por ahora 2013 viene tranquilo en ese sentido, pero basta que se venga una mala cosecha o nuestro socio comercial devalúe para que se empiece a hacer agua por todos lados", concluyó Caamaño Gómez.