• 23/12/2024

El Gobierno profundiza guerra comercial con el mundo y apuesta a "vivir con lo nuestro"

Argentina está "peleada" con 45 países. Ahora denunció a EE.UU. y UE. La apuesta es arriesgada. ¿Estrategia premeditada o "acto temerario"? Consecuencias
22/08/2012 - 10:11hs
El Gobierno profundiza guerra comercial con el mundo y apuesta a "vivir con lo nuestro"

En momentos en que frases como "sintonía fina" adquieren tintes "prehistóricos", el Gobierno se muestra decidido, más que nunca, a seguir apretando a fondo el acelerador para avanzar en esta nueva etapa del modelo K: la era del "a todo o nada". 

Y para ello no viene escatimando esfuerzos en desplegar "artillería pesada" en todos los frentes, aumentando incluso el nivel de control e intervencionismo estatal en cada uno de aquellas actividades donde pueda generarse algún tipo de conflicto.

Los ejemplos sobran. La administración de Cristina Fernández de Kirchner prácticamente no dejó sector sin aplicar algún tipo de ingerencia, tal como viene sucediendo en el mercado petrolero, gasífero, eléctrico, el de créditos o el cambiario.

Históricamente, el Gobierno  K se caracterizó por la estrategia de "subir la apuesta". Y lo cierto es que, en esta nueva etapa, esta fórmula parece estar siendo llevada a su máxima expresión. 

En efecto, en estos últimos meses, cada vez que se avecinó una tormenta, el Gobierno se "calzó los guantes", se subió al ring y salió a dar pelea sin importarle el tamaño de los rivales.

Así, enfrentó tanto a los grandes -como a España y a Repsol, durante la contienda por YPF-, como a los más chicos -como cuando amedrentó a titulares de inmobiliarias para que evitaran referirse de manera negativa a la crisis que atraviesa el sector-.

Y, en su afán por cuidar los dólares, esta estrategia del "todo o nada" también la viene aplicando, sin ningún tipo de atenuantes, en el plano de las importaciones.

De este modo, pese a las protestas y al alto precio que debe pagar a nivel imagen, el Ejecutivo avanza a paso firme en su plan para continuar limitando el ingreso de productos del exterior -sean estos remedios, máquinas, autos o alimentos- con tal de hacerse de un colchón más grueso de billetes verdes. Y nada parece detenerlo. 

Así, semanas atrás se conoció que la Argentina lidera el ranking de los países más proteccionistas del mundo, con unas 40 medidas implementadas en los últimos 12 meses, por encima de "expertos en la materia", como China y Rusia, según la última medición del Global Trade Alert.

Y, en este contexto, frente a las predecibles reacciones de los gobiernos afectados por el "cerrojo" importador, el Gobierno, lejos de calmar las aguas, optó por redoblar la apuesta. Y salió a combatir el fuego... con más fuego.

Así, en cuestión de días, inició ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) un proceso de acusación en contra de la Unión Europea por su decisión de impedir el ingreso de biodiesel.

Además, este martes se conoció que denunció ante el mismo organismo al propio Estados Unidos por las trabas a las exportaciones de carne y limones, luego de que, de manera conjunta, el gobierno de Barack Obama y Japón protestaran -una vez más- por el creciente proteccionismo con el sello del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.

De esta manera, la nueva estrategia oficial, según destacó Marcelo Elizondo, ex director ejecutivo de la Fundación ExportAr a iProfesional.com, "es la de ´redenunciar´ a sus denunciantes. Claramente, la Argentina prefiere la política de la discordia y no de la concordia".

El experto agregó que "la novedad es que el Gobierno está llevando al plano internacional la misma política que viene implementando en el mercado doméstico: la del conflicto permanente".

Para Elizondo, "la táctica es ver quién acumula más denuncias. Si la Unión Europea protesta o si Estados Unidos plantea una queja, entonces la idea es ir y hacer lo mismo. Es la nueva manera que encontró la Argentina de hacer política internacional. Se trata de una carrera por denunciar, por confrontar. Y esto explica por qué tenemos conflictos abiertos con 45 países".

¿Estrategia pensada o "acto temerario"?

Un punto crucial de esta guerra comercial permanente que está llevando adelante la Argentina es que sus "rivales", por el momento, adquieren el 60% de todas las exportaciones con sello albiceleste.

Y las reacciones ya se hicieron sentir. Así, por ejemplo, la administración de Obama ya eliminó a las empresas locales del Sistema Generalizado de Preferencias (SGP), un régimen que premiaba con ventajas tributarias a productos nacionales por unos u$s500 millones anuales y que beneficiaba a una gran cantidad de empresas nacionales.  

A su vez, en plena pelea, la UE confirmó que no renovará el SGP una vez que éste quede sin efecto, poniendo en juego exportaciones de compañías argentinas por unos u$s3.200 millones, un castigo internacional al que hay que sumarle el reciente boicot al biodiesel.

En este contexto, surge una pregunta inevitable: ¿detrás de esta contienda en contra de las naciones más poderosas hay una estrategia hilvanada para reemplazar a estos mercados? ¿O se trata "actos temerarios" de los cuales se desconocen las consecuencias?

En diálogo con iProfesional.com, el economista Tomás Bulat aseguró que "cuando sale a pelearse con el mundo, al Gobierno no le importan mucho las consecuencias porque definitivamente la clave pasa, más que nunca, por la política de ´vivir con lo nuestro´".

En la misma línea, Elizondo destacó que "el Ejecutivo no está procurando reemplazar a estos aliados comerciales. El único aliado de la administración kirchnerista es el mercado interno. Y esto marca la principal diferencia con los años noventa en materia de política internacional: antes se privilegiaba la buena relación con el mundo. En cambio, ahora la situación es absolutamente inversa: importa el mercado doméstico, aun a costa de que sucumba la relación con los países desarrollados como Estados Unidos o naciones de la Unión Europea".

El experto agregó que "esto se explica porque el Ejecutivo parte de un supuesto de que el capitalismo está en crisis. De hecho, la propia Presidenta dijo que el mundo se nos caía encima. Entonces, en este escenario de nada importan los aliados. La visión oficial es que tenemos agua, alimentos, recursos naturales y que podemos encerrarnos y vivir con lo nuestro".

Para Elizondo, "a lo sumo se buscan mercados complementarios, para abastecernos de energía, como Angola o Azerbaiyán, pero no mucho más que eso".

Las consecuencias

Como muestra del negativo efecto que están generando estos conflictos comerciales y las nuevas prioridades trazadas por el Ejecutivo en materia de estrategia comercial, desde la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales pusieron como ejemplo el "ocaso" en el que está cayendo la relación con Estados Unidos:

  • Mientras que en 2001 este país representaba el 10% de las exportaciones totales, actualmente explica menos de la mitad de esa cifra.
  • Además, durante los primeros cinco meses del año la Argentina le vendió a al país de Obama lo mismo que a África del Norte (Egipto, Argelia, Túnez y Marruecos), pese a ser la principal economía del mundo.

Esto deja a las claras que el Gobierno seguirá insistiendo con la necesidad de "diversificar mercados", con la idea de dejar de depender de los "grandes".

Esto explica la avidez de Guillermo Moreno por salir a la conquista de mercados no tradicionales como Angola o Azerbaiyán, entre otros.

El tema es que, lejos de consolidarse un comercio diversificado y equilibrado, en los últimos años la Argentina no hizo más que incrementar su dependencia para con Brasil y China.

El problema es que, por un lado, esta dependencia deja atadas a las empresas nacionales a los vaivenes de un único país, tal como viene sucediendo con firmas de alimentos y automotrices, que deben suspender personal ante el mínimo conflicto con el territorio dirigido por Dilma Rousseff. 

En segundo lugar, según explicó el economista Pablo Rojo, está la comodidad de "descansar" en la "súper soja": "Con el enorme crecimiento de las ventas a China y al sudeste asiático, se está cayendo en una primarización del comercio, algo que se ve reflejado claramente en las ventas de productos agrícolas, con escaso valor agregado".

Sin embargo, para Elizondo, "lo peor no pasa tanto por el intercambio con el mundo sino por las consecuencias en las inversiones".

"La Argentina hoy necesita de grandes desembolsos. Y las empresas actualmente no invierten como lo hacía Henry Ford, con plata de su bolsillo. Las compañías hoy no tienen un solo dueño y se financian en el mercado de capitales y no están dispuestas a convalidar cualquier tasa de interés. Por eso, a medida que vayamos teniendo más frentes de conflicto abiertos con el mundo va a ser cada vez más caro financiar proyectos en el país", disparó el experto.

En este contexto, Elizondo se mostró preocupado por el hecho de que "el Gobierno no está muy pendiente de los efectos que está teniendo su política de enfrentamiento con sus socios comerciales. Yo me pregunto: ¿cómo va a hacer Miguel Galuccio para conseguir que empresas extranjeras se asocien para trabajar con YPF?".

Cabe destacar que la llegada de inversiones extranjeras se presenta como la gran cuenta pendiente de la era kirchernista.

No es para menos: el año pasado los desembolsos de capitales provenientes del exterior totalizaron apenas u$s7.400 millones, ubicando a la Argentina por detrás de Perú, Chile y Colombia y, claro está, varios escalones por debajo de México y Brasil. 

Este último recibió u$s66.660 millones, es decir, nueve veces más. En tanto, si se compara con el país de Piñera, obtuvo menos de la mitad, tal como se puede observar en la siguiente infografía:

A la hora de buscar las razones de esta pobre performance, los analistas apuntan contra la inflación y los constantes cambios políticos, normativos y cambiarios, que impactan negativamente en cualquier plan de inversión de largo plazo. 

Sin embargo, para expertos como Elizondo, una cuota del actual cuadro también es consecuencia directa de la estrategia oficial, que ubica a Moreno en su rol de frenar sistemáticamente el envío de utilidades de empresas al exterior y de causar enfrentamientos con los gobiernos de las principales economías del mundo a raíz del "cerrojo".

En este contexto, la política del "todo o nada" corona un escenario menos propicio para los negocios.

De hecho, desde el IERAL advirtieron que "se espera que el porcentaje de participación local en el total de inversión extranjera directa en la región toque un piso histórico este año en torno al 3%", una cifra casi ínfima si se considera que en 2008 esa proporción era de más del triple.