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Un viento huracanado viene desde Brasil y puede hacer tambalear a la "nave insignia" de la industria argentina

¿Las suspensiones en la industria automotriz, son, como se dice, hechos aislados o responden a un grave problema de fondo? Cuatro razones que meten miedo
10/07/2012 - 10:14hs
Un viento huracanado viene desde Brasil y puede hacer tambalear a la "nave insignia" de la industria argentina

La industria automotriz argentina pasó de la efervecencia absoluta a un período marcado a fuego por la incertidumbre.

No es para menos: hace apenas meses se estaba especulando con la posibilidad de que el sector supere el millón de unidades fabricadas anualmente.

En cambio, actualmente los directivos de algunas compañías de esta rama de actividad están haciendo malabares con los excesos de stock y, en consecuencia, encarando procesos de reingeniería para cancelar turnos y así sacar un poco el pie del acelerador.

Una muestra de esto pudo verse hace pocas semanas cuando Fiat debió suspender durante varios días a unos 1.500 empleados.

También, cuando se conoció que Renault se vio obligada desafectar de sus tareas a otros 1.600 operarios de su planta de Santa Isabel, provocando la paralización casi total de la producción hasta el 10 de julio próximo.

Y el hecho de que más de 3.000 empleados vean recortados sus ingresos, en un sector que es el gran "caballito de batalla" del Made in Argentina y que hasta ahora venía explicando cerca de la mitad del crecimiento de la industria nacional-, enciende más de una alarma para el Gobierno, que hizo del boom automotriz uno de los mayores símbolos del modelo K.

Al analizar las causas por las cuales el sector está empezando a poner el pie en el freno -si bien influye el faltante de autopartes y la desaceleración del mercado interno-, todos los dedos señalan a un único responsable: Brasil.

Sucede que el país vecino, por un lado, está padeciendo una desaceleración en el crecimiento de su economía -de la que está tratando de recuperarse a fuerza de incentivos- mientras que, por otra parte, está obstaculizando el ingreso de autos con sello argentino mediante la utilización de licencias no automáticas, una maniobra que ya puso en alerta a toda la industria nacional.

Este dato no es menor: el hecho de que la presidenta Dilma Rousseff juegue un rato el rol de "dama de hierro" y frene vehículos en la frontera demuestra que Brasil perdió la paciencia frente al "cerrojo" crónico de Moreno.

Pero, a esta altura, incluso hasta esto dejó de ser preocupante por otra cuestión que cala mucho más hondo y que mete miedo no sólo a las automotrices nacionales sino a toda la industria argentina en general.

Y tiene que ver con el hecho de que Brasil ha iniciado un proceso para, poco a poco, reemplazar a los 0km argentinos con su propia producción.

Es por ello que, para diversos expertos consultados por iProfesional.com, las suspensiones de personal y el freno a la fabricación que se registraron en algunas plantas, más que una situación coyuntural son indicios de un preocupante problema estructural que amenaza a gran parte de la industria argentina de cara al futuro. 

Y todo esto tiene su razón de ser: por un lado, el cansancio que genera el "cerrojo" de Moreno y los constantes cambios en las reglas de juego. Y, por otro, los incrementos de los costos en dólares que ha tenido todo el aparato productivo nacional en los últimos años (por la inflación) que hacen que ahora aquí se paguen salarios más altos que allá.  

"No hay dudas de que los autos argentinos están perdiendo cada vez más market share en Brasil", disparó el analista internacional Gustavo Segré, desde sus oficinas en San Pablo.

En la misma línea, Raúl Ochoa, exsubsecretario de Comercio Exterior, aseguró a este medio que "las automotrices nacionales enfrentan un panorama muy difícil. Mientras que nuestro principal socio comercial está trabajando con metas de largo plazo, acá se hace todo lo contrario. Y esto implica que perdamos terreno en ese mercado".

Y esas consecuencias ya son palpables. Las estadísticas hablan por sí solas: la Argentina el año pasado alcanzó una participación récord en el total de ventas de vehículos del mercado brasileño, con un market share del 11,3%.

Sin embargo, en lo que va del año sufrió un importante desplome, dado que apenas supera el 8%, tal como se puede observar en el siguiente cuadro:

¿A qué se debe esta notoria pérdida de mercado? Desde el punto de vista estadístico, esto responde a que las ventas desde la Argentina hacia Brasil se derrumbaron un 30% durante los primeros cinco meses del año en relación al mismo período de 2011.

Sin embargo, en el país vecino las ventas bajaron pero mucho menos: apenas 3,4%.

De este modo, si los brasileños prácticamente compran al mismo ritmo que en 2011, pero la Argentina les vende un 30% menos en 2012, ¿se puede hablar de una cuestión coyuntural? ¿O hay que pensar en problemas mucho más de fondo?

Para los expertos, si bien es verdad que Brasil tiene un importante stock de autos sin vender y el freno aduanero aplicado por Rousseff ayudó a darle prioridad a su industria, la marcada caída también obedece a un cóctel de factores que están revelando problemas del tipo estructural:

1- Suba de costos locales 2- Desigual "carrera" por las inversiones 3- Un Brasil que ahora también compite en segmentos que antes eran casi exclusivos de la Argentina4- El desembarco de la "legión" de automotrices chinas

1- La Argentina, cada vez más cara

No es novedad que la industria local se está encareciendo a pasos acelerados. Pero sí que los costos ya están por encima de los de Brasil, prácticamente el único país que le estaba dando "oxígeno" -de la mano del "ex súper real"- a las empresas nacionales frente al fenómeno de atraso cambiario local.

En este contexto, el presidente de la Cámara de Industriales Metalúrgicos de Córdoba, Emilio Echegorry, fue conciso pero contundente: "Fabricar un auto en la Argentina hoy es más caro que en cualquier otro lado".

Así, se sumó a las críticas que semanas atrás había realizado la presidenta de General Motors para la región, Isela Costantini, quien aseguró que, por la suba de costos, a las empresas del sector les resulta cada vez más difícil "exportar un producto desde la Argentina".

En diálogo con iProfesional.com, Ernesto Kritz, director de SEL Consultores, alertó que, "a medida que se fue devaluando el real, el país fue perdiendo la ´protección´ que tenía en materia salarial", dado que terminó abaratando los costos laborales en Brasil.

Así las cosas, si se consideran los salarios que paga la industria vecina en Estados ubicados al sur de ese país, se observa que la Argentina está quedando cada vez más cara y fuera de carrera.

En efecto:

  • Tomando los datos del INDEC, un operario del sector automotriz hoy tiene un ingreso medio de $13.400, equivalente a unos u$s1.900, un 11% más (en dólares) que el año pasado, producto de una suba de sueldos que corrió muy por encima de la devaluación.
  • En Brasil, en cambio, ocurrió todo lo contrario: un operario "gaúcho" en 2011 recibía el equivalente a u$s1.960, este año pasó a ganar u$s1.620 -sin considerar extras-, una baja del 17% medido en divisa estadounidense. Sucede que, si bien los sueldos crecieron en reales, lo hicieron a una tasa de un dígito, en tanto que la devaluación fue mayor y licuó el alza en dólares. 
  • Esto implica que los salarios netos de los empleados brasileños están un 15% por debajo de los de sus pares argentinos. Los sueldos siguen siendo menores incluso considerando los bonos que reciben los trabajadores del país vecino a modo de participación en las ganancias de cada compañía -cercanos a los u$s2.500 anuales-. 
"En materia salarial, la Argentina está teniendo un problema de competitividad realmente serio", acotó Ochoa.

Por su parte, Segré aseguró que "en Brasil la mano de obra aumenta en línea con la inflación, que es baja. Y si a eso le sumamos que para una empresa reducir personal es mucho más flexible, esto genera que los sindicatos no tengan tanto poder como en la Argentina y que las negociaciones sean mucho más fáciles".

2- El desigual juego de las inversiones

A la hora de captar inversiones, hay un dato que no se puede pasar por alto: la escala.

La diferencia entre ambas industrias es de 5 a 1 a favor de Brasil, lo que genera que, por una cuestión de tamaños, de acuerdo a Marcos Ferrario, economista de Abeceb, "ellos tengan más plantas, y más plataformas. Hay que tener en cuenta que Fiat produce en el país vecino lo mismo que toda la Argentina".

Sin embargo, el experto alertó que, recientes conflictos internacionales como el que el Gobierno mantuvo con Repsol, sumado a los problemas de costos y las dificultades para importar, "están ensuciando mucho las posibilidades de que una terminal local pueda ganar la radicación de una inversión a la hora de negociar con la casa matriz".

Al momento de realizar un racconto de los últimos anuncios de desembolsos cabe destacar que en la Argentina las terminales están llevando adelante planes por unos u$s1.100 millones.

Sin embargo, en Brasil son bastante diferentes: en los últimos diez años, las compañías invirtieron unos u$s22.800 millones, tal como se observa en el siguiente cuadro: 

Y, según reveló días atrás el presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos (Anfavea), la industria de su país se prepara para redoblar la apuesta, dado que se esperan desembolsos por u$s22.000 millones de aquí al año 2015. 

En buen romance: los números que maneja Brasil en materia de inversiones son casi 20 veces superiores, brecha que excede largamente la diferencia de tamaño que actualmente existe entre las industrias de ambos países.

Esto implica que, en el corto plazo, con el crecimiento esperado, el país vecino dejará de ir siendo "argentino-dependiente". 

Según Ochoa, el mayor riesgo que se está dando es que los desembolsos en la industria brasileña "son pensando para el muy largo plazo, con metas bien estudiadas y planificando una mayor integración de componentes nacionales, pero en serio. Incluso, hasta están debatiendo sobre la fabricación de un auto eléctrico a gran escala".

En cambio, aseguró que en la Argentina "la visión es de corto plazo. En general se invierte para sustituir importaciones. No hay un plan con grandes metas. Por eso vamos atrás del carro".

3- Brasil, de "complementario" a "suplementario" 

En este contexto, lo que más preocupa a los expertos es que el mix conformado por costos industriales, la menor conflictividad gremial y la última imposición del gobierno de Rousseff de que cada auto debe tener mayor contenido regional para acceder a beneficios impositivos, redundará en que Brasil reciba cada vez más plataformas para la fabricación de autos y se ponga en riesgo el papel que -cada vez menos- viene jugando la Argentina, de complementar la oferta del país vecino.

Cabe destacar que, hasta no hace mucho, Brasil se especializaba más en la fabricación de autos chicos, mientras que desde aquí se los proveía con modelos medianos.

Sin embargo, cada vez son menos las plataformas exclusivas con las que se "premia" a la Argentina y son más las que, o son compartidas entre ambos paíes o, directamente, quedan sólo en Brasil.

En este contexto, al día de hoy, mientras que en el país se fabrican unos 22 modelos, en territorio brasileño se superan los 50 (ver infografía). Pero la tendencia es, justamente, que esta brecha se amplíe.

Al respecto, Ochoa aseguró que el Gobierno argentino "tiene que estar muy atento porque, a medida que aumentó el nivel de los ingresos de las familias en Brasil, su industria comenzó a especializarse en modelos de gama media, que compiten con nuestra producción. Esto significa que, con el tiempo, es posible que vayan reemplazando una parte de la oferta local".

4- Los chinos avanzan con pie firme

Un punto clave a considerar, según los expertos consultados, son los agresivos planes de expansión de las automotrices chinas que están comenzando a levantar plantas en el país vecino.

Es decir que, en cuestión de uno o dos años, la competencia será aun mayor para los vehículos argentinos, justamente cuando empiecen a rodar los 0Km con "espíritu" asiático y sello verdeamarelo.

En concreto, los jugadores más fuertes son Chery, empresa que recientemente reafirmó sus planes de inversión por u$s400 millones. Actualmente está levantando una planta en San Pablo que comenzará a operar en diciembre de 2013 y de donde saldrán unos 150.000 vehículos al año.

A esta compañía se suma JAC Motors que, previo desembolso de u$s450 millones, planea concluir su planta en 2014 en Bahía, de donde saldrán unos 120.000 vehículos anuales.

En la carrera también se anotó Lifan Motors, que está invirtiendo unos u$s120 millones para construir su propia fábrica, que estará lista a finales de 2014, con un ritmo de producción estimado en 100.000 unidades anuales.

De esta manera, cuando estén operando a toda marcha, sólo estas tres compañías estarían en condiciones de producir unas 370.000 unidades, una cifra superior a lo que la Argentina le estaría vendiendo este año a Brasil.

Frente a este enfriamiento, desde el Gobierno Nacional buscan anticiparse al problema. En efecto, días atrás desde el Ministerio de Industria dieron instrucciones para que las automotrices argentinas comiencen a salir a buscar nuevos compradores para sus vehículos.

Entre algunos funcionarios ya corre un sudor frío por la espalda ante el temor por lo que puede venir si bien, "marketineramente", exponen este problema de otra manera. 

"Es fundamental diversificar los mercados de exportación para hacer más sustentable el crecimiento de la industria automotriz", destacó la ministra Débora Giorgi, quien aseguró que en total se podrían colocar unas 45.000 unidades entre Colombia, Venezuela y Ecuador.

Cabe destacar que esta cifra es apenas el 10% de lo que la Argentina le vendió a Brasil en 2011. 

Además, esta estrategia de diversificar choca contra dos realidades: por un lado, tal como se mencionó, desde GM ya advirtieron que la Argentina es más cara que Colombia a la hora de producir vehículos, lo que derivaría en problemas de costos para avanzar con este plan.

Por otra parte, tal como explicó el directivo de una automotriz local y que pidió estricto off the record, será muy difícil quebrar la "brasildependencia": "Para nosotros, el país vecino es irremplazable. Se podrá intentar contrarrestar un poco el bajón de la demanda actual, pero si sigue comprando cada vez menos la industria nacional estará en muy graves problemas".