El "caso Roger Waters" como síntoma de atraso cambiario y un fiel reflejo de argentinos más ricos en dólares
Sobre "The Wall", la obra cumbre del legendario grupo Pink Floyd, se ha dicho absolutamente todo.
A lo largo de 30 años de vigencia de este celebrado disco/show/film, se han escrito mares de tinta sobre sus virtudes musicales, poéticas y visuales.
Parecería que su vigencia nunca se atenúa. Y que cada nuevo hecho político importante a nivel mundial (la caída del muro de Berlín, la guerra en Irak, el levantamiento de una pared para frenar a los inmigrantes en Estados Unidos, las turbulencias en Europa) sirve como oportunidad para resignificar su mensaje pacifista.
Pero lo que Roger Waters nunca soñó es que su obra también serviría para echar luz sobre la situación económica argentina.
Es que los ocho recitales con entradas agotadas, en pocos días, dicen mucho sobre el poder adquisitivo que tienen hoy los argentinos.
Representa un récord a nivel mundial, ya que en ningún lugar del tour "The Wall Live" se dio semejante cantidad de shows en una única ciudad.
A este registro se suma un dato no menor: el elevado ticket que se cobra en la Argentina, dado que su valor no difiere del que rige para los escenarios de Europa y Estados Unidos.Algunos quieren ver en esta situación un síntoma del éxito del "modelo K".
Es elocuente al respecto la frase del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, quien define el momento económico del país como "proto floreciente" y lo argumenta así: "El hecho de que en Argentina se esté pensando seis meses antes en el octavo show de Roger Waters es porque hay dinero y la gente piensa que tiene otras oportunidades para poder expresarse".
Pero los números fríos muestran que, más bien, la variable clave para explicar la concurrencia de argentinos a los shows de clase mundial es el tipo de cambio.
O, en otras palabras, que el salario argentino medido en dólares pasó a ubicarse entre los más altos de la región.Sucesos argentinos
A la escasa presencia de artistas internacionales que se diera en la década de los devaluados años '80 le siguió la fiebre de recitales ocurrida en los '90, cuando regía el "uno a uno".
Los cinco shows de los Rolling Stones en 1995 fueron toda una marca de la época.
En contraste, durante los años siguientes a la devaluación, prácticamente no se registraron visitas internacionales.
Repasando la historia puede observarse cómo el caso "Roger Waters" refleja de alguna manera la evolución del poder salarial de la economía argentina:
- En 2002, tocó por primera vez en el país y pudo llenar una vez el estadio de Vélez Sarsfield.
- En 2007, su segundo arribo, con la gira "The dark side of the moon" pudo llenar dos veces el Monumental.
- Ahora, con una entrada promedio de u$s140 (platea baja), la alta concurrencia permite la realización de 8 funciones.
La situación es mucho más clara cuando se compara el precio de la entrada con el salario de cada momento. Hoy, ver "The Wall" pagando un ticket promedio, para una persona que gana un salario medio (u$s1.100) le implica destinar un 12% del ingreso. Un porcentaje que luce pequeño en relación con lo que se debía abonar pocos años atrás.
Sin ir más lejos, en 2008, cuando Madonna llenó cinco veces River, la misma entrada representaba casi 20% del ingreso medio.Salarios más altos, entradas más baratas
Lo más notable de este fenómeno ocurre, incluso, cuando las entradas -medidas en dólares- son cada vez más caras.
En efecto, el ticket más económico para Roger Waters -en términos de billete verde- ahora resulta un 35% más elevado que en su anterior presentación de 2007 (u$s38 frente a 28 dólares).
Y si se considera la entrada más baja para ver a los Rolling Stones en 2006 (u$s24), el incremento al día de hoy fue de un 55 por ciento.
Para los argentinos estos porcentuales de alza ya son "moneda corriente". Pero para el mundo no.
¿Cómo se explica que, con entradas cada vez más caras en dólares, la demanda sea cada vez mayor?
Naturalmente porque el alza en las remuneraciones estuvo muy por encima del tipo de cambio.Pequeñas comparaciones, grandes síntomas
Muchas veces, ejemplos simples de la vida cotidiana sirven para ilustrar síntomas de los desajustes que luego se ven reflejados en los números "macro" del país.
Algo que los analistas suelen catalogar como distorsiones en los precios relativos.
Se da en el caso del precio de las tarifas de servicios públicos -con relación al nivel medio de ingreso- en el valor de las naftas, de los alimentos y, también, en los gastos de esparcimiento.
No obstante, a la hora de analizar las evoluciones, éstos últimos cuentan con la "riqueza" de moverse libremente, al responder al juego de oferta y demanda, es decir, alejados de las regulaciones oficiales.
Retomando el tema de los shows como ejemplo, cabe recordar lo sucedido con otro caso de renombre.
En 2005, hizo su presentación Lenny Kravitz, con dos presentaciones en la Bombonera. La productora del espectáculo terminó con sus números en rojo.
En ese momento, el salario promedio en la Argentina era de u$s440, de acuerdo con el ministerio de Trabajo.
Es decir, desde la presentación de Lenny hasta ahora, el ingreso medio de los argentinos creció un 150% en dólares.
Esto implica que la entrada más barata para ver aquel recital era casi el doble, en términos de salario, en relación con el "caso" Roger Waters de hoy.
Para el ticket más caro, la comparación también arroja cifras contundentes: con Kravitz se requería de una erogación equivalente nada menos que a un 41% del sueldo medio de aquel momento. Ahora, ver The Wall en primera fila implica un 27% del salario.
La conclusión es clara: los argentinos "ricos en dólares" tienen acceso a otros "gustitos", cuya demanda se eleva cuanto más se retrasa la cotización del billete verde con relación a sus ingresos.
Matías Loizaga, directivo de Pop Art, la empresa productora que trae el show "The Wall" a Buenos Aires, admite que las cosas no serían iguales si hoy el dólar cotizase a $6 o 7 pesos.
"Hubiese hecho varias funciones, porque es un espectáculo único, pero claro que no hubiese tenido la misma repercusión que estamos viendo hoy", admite el ejecutivo.La combinación perfecta
Las 320.000 entradas vendidas por Waters en tan solo 120 horas -cuando todavía faltan seis meses para su presentación- impresionan. Pero son apenas una parte de la historia.
Se prevé que habrá más de 30 recitales internacionales este año en la Capital Federal y en la provincia de Buenos Aires, que moverán cerca de $200 millones."Hoy la gente puede darse el lujo de ir a un show y pagar cara una entrada. En cambio, unos años atrás ni siquiera se podían tomar vacaciones", agrega Diego Regueiro, de la Universidad de Palermo.
Y a la hora de organizar un evento, el tipo de cambio constituye uno de los elementos de análisis principales, ya que los precios de las tickets suelen mantenerse rígidos.
Según explicaron a iProfesional.com ejecutivos vinculados al negocio de los recitales, el artista no permanece ajeno a la hora de determinar el precio que se cobrará.
No obstante, quien lo contrata se ocupa de fijar los distintos valores y la diferencia entre las entradas más caras y baratas.
Cuando, como ocurre con "The Wall", se agregan más funciones a las originalmente previstas, disminuyen algunos costos fijos, como el montaje del escenario. Y eso implica mayores ganancias.
En cambio, permanece inalterable el costo de alquiler del estadio de River Plate, que es de unos u$s300.000 por cada presentación.Está claro que en "The Wall" confluyeron todos los factores como para que supere todos los récords y se inscriba como un hecho histórico. Es que, además del costo relativamente bajo en términos de salario, hay un componente de fanatismo pocas veces visto.
"Más que un show es un fenómeno social. Los jóvenes quieren estar compartiendo un suceso que se va a recordar durante años. A eso hay que sumarle las otras generaciones. Se juntan padres e hijos", se entusiasma Loizaga, de Pop Art.
Para Débora Staiff, profesora de la Licenciatura en Gestión de Medios y Entretenimiento de la UADE, el diagnóstico es claro, "ya pasados U2 y Paul McCartney por nuestras tierras, no hay otro artista que ocupe el lugar de Waters en los próximos meses".
Hay analistas que ven en estos recitales un signo de la época, ya que buena parte de la sociedad tiende a privilegiar los gustos inmediatos por sobre el ahorro.
"La gente está cada vez más dispuesta a pagar por entretenimiento. Es una industria que crece en el mundo, y hay un cambio de tendencia. Hay una nueva conducta frente al dinero, de vivir aquí y ahora", reflexiona Antonio Ambrosini, director académico de Entretenimiento y Medios de la Universidad de Palermo.Money, money
Lo cierto es que la cosas pintan más que bien para los organizadores.
Se estima que debe asegurarse una venta cercana al 40% en cada función para poder recuperar lo invertido algo que, en el caso de Waters, está superado por lejos.
Además del cachet del artista y el alquiler del estadio, se debe abonar 21% de la facturación en concepto de IVA, 16% por Sadaic y otro 3% de ingresos brutos.
Además, hay un impuesto al artista extranjero, que equivale a un 30% de dicho cachet.
Como contrapeso de los costos fijos, la presencia de sponsors ayuda a la ecuación económica.
El acuerdo de televisación suele ser en canje. Pero asegura la difusión durante los meses previos a la puesta en venta de las entradas.
¿Y cómo le irá a nuestro admirado Roger? Lo usual en estos contratos es que el artista tenga un mínimo garantizado, a lo que se suma un porcentaje variable en función de las entradas vendidas.
En definitiva, se lleva cerca de un 80% de las ganancias, descontando costos e impuestos.
Por lo pronto, a un promedio de u$s100 por persona, se puede estimar una facturación total en torno de u$s40 millones (21 millones "limpios" de alquiler del estadio y pagos de tributos).
De modo tal que esta leyenda de la música engrosaría su fortuna en una cifra cercana a los u$s10 millones (después de impuestos) tras sus 8 presentaciones en Argentina.
Nada mal para quien alguna vez escribió un tema que decía "Money, get away" (dinero, vete de aquí).