Recurren a avances tecnológicos en el rescate de los mineros en Chile
En el operativo para sacar a los 33 trabajadores de la cavidad subterránea en la que se encuentran atrapados desde el 5 de agosto en la mina San José, juegan un papel fundamental Fénix, las tres cápsulas diseñadas y construidas por la fábrica de Astilleros y Maestranzas de la Armada chilena (Asmar).
Según explicó el ministro de Minería, Laurence Golborne, la cápsula principal tiene 3,95 metros de largo, 53 centímetros de diámetro y más de 400 kilos de peso.
Cuenta con ventilación en la parte superior, además de cuatro tanques de oxígeno que serán usados sólo en caso de emergencia.
Si en el trayecto a la superficie surgiera algún problema y los mineros quedaran atascados en medio del túnel, podrán maniobrar unas palancas que se encuentran en la parte superior de la cápsula y desenganchar la parte de arriba. El resto de la máquina podría bajar nuevamente hacia la mina con la ayuda de unas ruedas exteriores.
El dispositivo cuenta además con un arnés para sujetar a los mineros, un tubo de oxígeno y un micrófono.
Los trabajadores ingresan a la cápsula con una vestimenta especial, que consiste en trajes hechos de hipora, un material que permite que el cuerpo pueda transpirar y ropa interior de fibras de cobre, para evitar el contacto con hongos y bacterias.
En el casco que llevarán, tendrán un micrófono y un audífono inalámbricos para poder estar en contacto con el exterior.
Además, los mineros utilizan unos cinturones biométricos mientras estén dentro de la cápsula, que permiten controlar sus variables vitales mientras ascienden, como la presión arterial, la frecuencia respiratoria y cardiaca, la temperatura corporal o el consumo de oxígeno.
Los dispositivos, doce en total, se los van pasando de hombre a hombre, están conectados a la superficie en tiempo real -mediante tecnología Bluetooth- y tienen una señal de alerta que se activará automáticamente si los valores muestran alteraciones graves.
Los cinturones son similares a los que utiliza la NASA en misiones espaciales o los soldados de élite del ejército de Estados Unidos. También se usan en el entrenamiento de fuerzas especiales o cuerpos de bomberos.
Además, dada la cantidad de tiempo que los mineros llevan bajo tierra, ascenderán a la superficie con unos lentes de última generación que los protegerán de la luz solar.
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