Primera consecuencia del pacto Milei-Bullrich: la dolarización, más cerca de ser archivada por falta de consenso
Juntos por el Cambio podrá estar al borde de la ruptura definitiva pero, sin embargo, todavía hay temas importantes que mantienen la cohesión entre los partidarios de apoyar la candidatura de Javier Milei y los que se oponen tenazmente: todos han sido críticos de la propuesta de dolarización de la economía.
Esa era la postura oficial del programa económico diseñado desde la Fundación Mediterránea y defendida por Carlos Melconian con la ya célebre definición de que la dolarización era "invitarte a comer fideos pero sin fideos y sin tuco".
Era, además, uno de los temas en los que todas las facciones de Juntos por el Cambio estuvieron de acuerdo, desde los "halcones" que formaron el primer equipo de Patricia Bullrich, con el diputado Luciano Laspina a la cabeza, hasta los radicales que toman el discurso económico de Martín Lousteau, pasando por el equipo del ex ministro Hernán Lacunza, que apoyó a Horacio Rodríguez Larreta.
Más allá de las graves diferencias internas que acaban de quedar expuestas y los pases de factura sobre quién tuvo la culpa de la derrota, nunca hubo discrepancia respecto de cómo pararse frente a la propuesta más controvertida de Milei. Todos coincidieron en que el cierre del Banco Central y la sustitución de la moneda nacional por el dólar sería casi imposible de implementar y que, si se consiguiera, traería el alto costo de una licuación de activos y hasta un riesgo de hiperinflación.
Es por eso que en el mercado se instaló la percepción de que, aun si Milei diera vuelta el resultado y, gracias a los votantes de Bullrich, llegara a la presidencia, será difícil pensar en que el proyecto dolarizador pueda implementarse en los términos originales.
Un mercado aliviado
Por lo pronto, Milei no ha vuelto a hablar del tema, y los economistas que tomaron el rol de defender públicamente esa postura han adoptado un bajo perfil. En el mercado financiero, los analistas creen -y lo están escribiendo en los reportes que hacen llegar a los inversores- que el riesgo dolarizador quedó diluido.
Y, de hecho, las primeras reacciones de los índices van en esa dirección. Por ejemplo, el hecho de que las acciones que lideran la recuperación del mercado bursátil sean las de los bancos. Es algo que los analistas vinculan directamente al desinfle de la propuesta dolarizadora, porque el sistema bancario había sufrido desde las PASO la salida de casi $2 billones, y la preocupación de esa tendencia quedó patente en el comunicado donde se calificó de irresponsable la frase de Milei sobre la inconveniencia de renovar plazos fijos.
El nuevo escenario en el que se valorizan las acciones bancarias dejan en claro que se alejó el riesgo de una crisis sistémica y una reedición de corridas bancarias o planes que licúen los depósitos.
Ahora, con Milei ya midiendo cuidadosamente cada frase y sin volver a calificar a la moneda nacional como "menos que excremento", también se desinflaron las cotizaciones del mercado paralelo: el dólar "contado con liqui", que había cerrado en $1.100 el viernes previo a la elección, cayó al entorno de $880.
Y también se notó un cambio de las expectativas devaluatorias en el Rofex. Unos días antes de la elección, los inversores apostaban a que el tipo de cambio oficial de diciembre se ubicaría en $950 y el martes se ubicó en $614.
Luego de la conferencia de prensa de Bullrich en la que confirmó su acuerdo con Milei, el mismo mercado de futuros registró una leve suba en las posiciones de los futuros, pero es prematura decir si esa noticia política fue el determinante. Después de todo, se trata de un mercado volátil, en el que el volumen de la participación del Banco Central es una influencia grande.
En todo caso, lo que se ha generalizado en las jornadas post elección es que, paradójicamente, Sergio Massa se transformó en el candidato que refleja la predictibilidad mientras que Milei -que originalmente se había presentado como el político "market friendly"- ahora quedó ligado al concepto de incertidumbre.
¿Macristas en el equipo de Milei?
Es en este contexto que Milei no solamente busca sumar votos de quienes votaron a Juntos por el Cambio, sino que además procura reparar errores en un discurso que terminó generando temor, al punto que en los días previos a la elección se escuchó con intensidad mencionar palabras que aluden a momentos traumáticos del pasado reciente, como "Rodrigazo", "corralito" y "Plan Bónex". La expectativa, ahora, es que el acuerdo con Bullrich juegue un rol importante en ese cambio de imagen de Milei ante el mercado financiero y el establishment empresario.
En su conferencia, Bullrich dijo que la reunión con Milei había tenido el objetivo central de arreglar las cuentas pendientes, perdonarse mutuamente los agravios y acordar un apoyo electoral del Pro, que sería retribuido por Milei con el respeto a una serie de principios republicanos defendidos por la campaña de Juntos por el Cambio.La derrotada candidata se negó a hablar sobre negociaciones de cargos, pero resultó inevitable que empezara la especulación en el ámbito político y, sobre todo, entre los empresarios e inversores.
Es así que se están mencionando nombres propios de figuras cercanas a la gestión gubernamental de Macri que podrían integrarse a los equipos de Milei, con el objetivo de consensuar políticas para un plan económico de un eventual co-gobierno.
Entre los mencionados aparecen economistas que tuvieron altas responsabilidades, como Nicolás Dujovne, ex ministro de economía, y de Federico Sturzenegger y Guido Sandleris, ambos ex presidentes del Banco Central.
Y se trata de economistas que han tenido definiciones tajantes sobre la dolarización. Sturzenegger, que ya tenía un acercamiento al equipo de asesores de Milei, había dicho en un acto público: "No sería lo más adecuado. Una dolarización es muy difícil. No se puede revertir con rapidez".
Y agregó: "Por un lado, la dolarización implica que uno tenga que comprar los billetes que usamos como papel para la transacción. Ello va a tener un gran costo. Y por el otro, dolarizar es una decisión estrictamente unilateral. Uno decide en un momento que la moneda vigente sea el dólar y el próximo mandatario cambias las cosas de lugar".
Y hasta consideró que la adopción de una moneda común regional, que no era una opción de su preferencia, sería mejor que el proyecto dolarizador: "Nos permitiría ahora acomodar y ajustar precios en relación con las economías de otros países que también la utilicen. Nos sacaría de encima además la necesidad de comprar divisas o cambiar el peso por otra menda y cumple con el objetivo principal y más importante que es sacar al BCRA del radar de los políticos".
También Sandleris argumentó contra la dolarización, y lo hizo con una advertencia inquietante: podría generar una hiperinflación. Señaló como posibles detonantes a "un gran aumento del déficit fiscal o dificultad de renovar la deuda en moneda local, por la eliminación inmediata de todos los controles cambiarios sin un ancla, o por una dolarización sin dólares".
En una ponencia realizada en la Bolsa de Comercio de Córdoba, pronosticó lo que ocurriría si se insistiera en aplicar el proyecto dolarizador de Milei: "Sin reservas, dolarizar en el corto plazo requeriría atravesar primero una hiperinflación o un corralito. Incluso en el escenario improbable de que se consigan 20 mil millones de dólares para reforzar las reservas, esto implicaría un tipo de cambio de dolarización de 4.000 pesos al día de hoy: más de 10 veces el tipo de cambio oficial actual".
Ahora, ¿el cepo en foco?
En contraste con el rechazo a la dolarización, el tema en el que los economistas macristas mostraron una postura más afín con Milei que con el sector moderado de Juntos por el Cambio fue el del cepo cambiario.
Ese había sido uno de los puntos que habían diferenciado a "los halcones" respecto de "las palomas" en la interna de Juntos por el Cambio. Mientras Rodríguez Larreta afirmaba que quien afirmaba que se podía sacar el cepo el primer día "es un chanta", del otro lado se planteaba que esa distorsión cambiaria debería ser uno de los temas urgentes en la agenda.
"Si el próximo gobierno no desmantela el cepo en el arranque de su gestión, sus probabilidades de éxito quedarán seriamente comprometidas", planteaba Sturzenegger, quien recordó que el momento de levantar los controles cambiarios hace ocho años fue "la acción más gratificante que un economista puede implementar en su carrera". Y citó estadísticas internacionales que demuestran que los países que aplican cepos al dólar crecen a la mitad de la tasa que los que tienen libertad cambiaria.
Pero, sobre todo, cuestionó el argumento de que un levantamiento del cepo agravaría la inflación. "Hoy en día, los argentinos si no quieren pesos hace rato lo han convertido a dólares, bienes reales o lo que fuere. La demanda de dinero actual es un 20% inferior a la que había cuando abrí el cepo en diciembre de 2015. Puede haber algún efecto, pero no puede ser significativo", planteaba el ex presidente del BCRA.
Su planteo es que, en realidad, no desarmar el cepo sería una forma de admitir tácitamente que no hay voluntad de terminar con el déficit fiscal y terminar con la emisión para financiar el gasto público.
En una línea similar, Laspina sentaba su posición: "Argentina no puede crecer con cepo cambiario, tenemos que salir cuanto antes para que haya inversiones. Con el cepo el Estado te somete".
Y planteaba una postura alternativa a las que en ese momento defendían, en los dos extremos, el peronismo y Milei: "Ni cepo cambiario ni dolarización. Moneda nacional convertible (que no es tipo de cambio fijo sino tipo de cambio único) y libre elección de monedas. Eso es libertad y no populismo. No hay que cambiar de collar, hay que dejar de ser perros".
En los días que vienen, el foco mediático seguirá puesto en la escandalosa ruptura entre el macrismo y la UCR. Pero, mientras tanto, el equipo de Milei ya empezó a revisar su estrategia: y los primeros mensajes proselitistas con vistas al balotaje -que no por casualidad remiten al concepto de "cambiemos" ya no hablan de la necesidad de sustituir rápidamente el peso por el dólar.